La Navidad también depende de ti!

Como todos los años comienzo a recibir con agrado los mensajes de felicitación para estas fechas  de amigos y colegas.

Suelen ser más o menos similares año a año y siempre son las mismas personas las que dedican tiempo a expresarse y transmitir lo que sienten y desean, pero implica que hemos llegado a un momento especial para todos.

Cada quien vive estas fechas de acuerdo a su forma de ser y su experiencia personal, así, hay gente que se “estresa” de solo mencionarlas, hay quienes se “visten” con ánimo festivo como si un mago les hubiera tocado con la varita (porque no suelen ser nada festivos durante el resto del año), hay quienes se “esconden” (evitan las despedidas de año, las reuniones de amigos y familia) pretendiendo saltearse este período, hay quienes realmente “sufren” y se sienten agredidos por el ambiente festivo y hay quienes son el alma festiva siempre y en todos los lugares donde se encuentran.

De hecho, en cada familia, solemos tener por lo menos un representante de estas diferentes formas de vivir la Navidad y el Año Nuevo, y en nuestro entorno general, varios de ellos.

Cada quien vive estas fechas desde su ser interior, la sensibilidad se exacerba y el entorno se vuelve ineludible, de manera que no es fácil mantenerse impermeable.

A lo largo de mi camino he cosechado muchos seres queridos. Soy de las personas que permanecen en contacto con amigos de la niñez, de la adolescencia, de la universidad, de todos y cada uno de los lugares donde se desempeñó laboralmente y profesionalmente, y  que permanentemente se ve enriquecida por la llegada de nuevas y ricas relaciones plenas en todos los ámbitos en que interactúa.

También he perdido, con o sin mi anuencia, un montón de seres queridos, ya sea porque sus caminos se alejaron lo suficiente del mío, porque cumplieron su misión específica por la cual nos conocimos, porque dejamos de compartir cosas importantes que nos unían, porque dejaron esta vida o simplemente porque descuidé mis responsabilidades para mantener la relación.

Debo confesar que yo paso por casi todos los sentimientos antes mencionados en cuestión de unos pocos días. Durante los días previos voy viviendo de diferente forma la inminencia de Navidad y de Fin de Año, así que puedo comprender a todos sin necesidad de realizar un gran esfuerzo.

Los preparativos y las indefiniciones de la reunión familiar, la seguidilla de mensajes (hoy por Whatsapp y antes telefónicos) para definir el dónde, el menú, cómo vamos, cómo volvemos, a quien llevamos, etc., etc…, me generan gran ansiedad y por momentos incomodidad y molestia.

Las ausencias definitivas de mis abuelos y tíos, de mi papa y de un sobrinito que se hacen más notorias cuando estamos todos,  y las diferencias de intereses que subyacen y están latentes entre integrantes de la familia y han  generado momentos desagradables en diferentes oportunidades son razones por las cuales me asalta la fantasía de pasar de largo por estas fechas y aterrizar el 2 de Enero de nuevo en este mundo.

La gran cantidad de “despedidas de año” que se promueven y realizan desde los diferentes grupos a que pertenezco y que me permiten compartir y dedicar tiempo a todos y cada uno de mis amigos y compañeros de la vida, me generan una euforia particular, digamos, bastante por encima de mi buena disposición natural a asistir a este tipo de eventos.

Finalmente, llegado el 24 de noche y viendo la felicidad de mi madre rodeada de todo su clan, la alegría de mis hijas y sobrinos, la expectativa de mis nietos por la llegada de Papá Noel, me siento en paz y satisfecha, bien dispuesta a pasarlo muy bien y a colaborar con esa “magia” que impera en la Noche Buena. Todos los sentimientos negativos por los que he pasado previamente se desvanecen y el espíritu de la Navidad invade mi ser.

Somos una familia numerosa y resilente, sobrevivientes en la vida,  y debo admitir que siento admiración hasta por aquellos con quienes tengo grandes diferencias. Hemos transitado juntos las satisfacciones y los dolores más grandes y esto nos hace justamente grandes seres humanos, con diferencias y con coincidencias. El reunirnos y compartir el espíritu festivo una vez al año es una oportunidad única para revalorar los lazos familiares y nuestros sentimientos.

Cada quien hace su balance del año transcurrido y como suelo decir, el resultado será a favor o en contra de nuestros deseos y expectativas al inicio del mismo, pero estando ya a las puertas de un nuevo año, nos basta con poner en él toda muestra ilusión y  esperanza.

Es la época de poder reconocer y valorar todo lo que tenemos, recordar a aquellos que ya no están y todo lo que nos dejaron trayéndolos con nosotros mediante las infaltables  anécdotas, de disfrutar la frescura y gracias de los pequeños integrantes de la familia, de regodearnos de los logros y de asumir y dejar ir los fracasos, pero sobre todo, es el momento de mirar hacia adelante con la ilusión de poder lograr todo lo que deseamos para nosotros y nuestros seres queridos.

Es la época del año donde estamos predispuestos a abrazar y besar, en la que el tiempo se detiene en diferentes instancias, para recordar hechos y situaciones vividas en común,  es el tiempo de valorar nuestros logros y agradecer a todos los que están cerca y lejos, simplemente, por ser parte de nuestra historia de vida.

Más allá de la vorágine comercial y consumista, el espíritu de la Navidad sobrevuela nuestro mundo promoviendo la unión de la familia y la valoración de nuestros afectos, pero lo más maravilloso es que ese espíritu está en todos y cada uno de nosotros.

No sé en qué estado de ánimo te encuentras ni cual suele ser tu actitud en esta época del año, pero ten claro que  eres una pieza clave para los demás. Si falta tu parte del espíritu navideño los demás sentirán tu ausencia aun cuando estés sentado a la mesa. No pierdas la oportunidad de dar y recibir amor de quienes te rodean en un momento en que todos estamos predispuestos a ello.

Tú eres importante y tu alegría e ilusión son necesarias. Tu eres uno de los motivos por el que todos los que amas recordarán estas fiestas con mayor o menor beneplácito los próximos años.

Aún en los momentos más duros de la vida, el espíritu festivo está en ti, solo debes revolver un poco en tu ser interior para llamarlo y pedirle que te acompañe, se derrame y  multiplique en los seres que amas.

También tu Navidad y la de los seres que amas…dependen de ti.

Te deseo una muy Feliz Navidad, plena de amor, alegría y paz. Que muchos brazos te abracen y muchas risas  te contagien, que tus dolores y tristezas se duerman y que tu alma se abra plena de dicha y con muchos grandes sueños para concretar en el año que se inicia.

Nos volvemos a encontrar el próximo año!

2 Comentarios

  1. Hola Mónica. Leyendo tu post que alude a estas fechas y las fiestas de cada año, creo que más allá del efecto consumista y como expresara Helio Mattar (presidente del Instituto para el Consumo Consciente) «el consumo ideal se puede definir sin necesidad de juicios de valor. Es quien consume tan solo lo que necesita»…… es insoslayable que cada uno y cada quien, tiene diversidad de motivaciones en los días de Navidad y el Nuevo Año, y en tal sentido es importante renovar la optimista convicción que nos pone a cada uno como protagonista de nuestra vida y por ende, protagonistas de nuestro camino a ser el mejor ser que podamos ser, para nosotros, para los otros y para todos. Ser mejores y hacer mejor. Un abrazo y muy feliz futuro……..!!!!

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    1. Gracias Ernesto. A veces no nos resulta sencillo asumir nuestro protagonismo en todas y cada una de las situaciones en las que intervenimos, ya sea activa o pasivamente, y sin embargo es de vital importancia para comprender la forma en que nos afectan los resultados tanto a nosotros como a quienes nos rodean, para comprender nuestras fortalezas y debilidades y sobre todo nuestra inmensa capacidad de crear y modificar la realidad en la que estamos inmersos. Mis mejores deseos para ti!

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